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El reto de la evaluación

Al igual que adaptarse las necesidades del alumnado es fundamental para el proceso de enseñanza-aprendizaje, también lo es el llevar a cabo una evaluación del mismo.


Como ya he comentado en posts anteriores soy interina, por lo que de, desgraciadamente, no paro mucho tiempo en un mismo centro, por lo que hay aspectos que no puedo dar información, como una evaluación al final de trimestre o de curso porque todavía no las he experimentado.


Lo que sí tengo muy en cuenta es, en primer lugar, los conocimientos previos que tienen los alumnos sobre el contenido que se va a trabajar. Normalmente, el día de antes suelo dejarles una pista, o realizar una actividad en consonancia con lo que voy a trabajar (juego, carta, lluvia de ideas...), de esta manera sé quién tiene más conocimientos, quién va un poco más justo, quién está interesado en ese tema, motivaciones intrínsecas, alumnos desmotivados...

Una evaluación inicial es fundamental para conocer su punto de partida y poder proponer una enseñanza lo más adaptada posible.


Una vez que voy presentando los contenidos (suelo utilizar flipped classroom) realizo una evaluación continua para ver qué aspectos se van adquiriendo y cuáles necesito reforzar o ampliar si fuera necesario. En este punto utilizo mucho la observación directa.

Hace un tiempo realicé un cuaderno de evaluación en el que recojo a través de notas aquello que quiero evaluar y, por otro lado, a través de una rúbrica aspectos que considero de suma importancia en la escuela y en la vida: participación, resolución de conflictos, respeto, atención, creatividad, solidaridad, autonomía...


Normalmente suelo gamificar mis clases, por lo que el proyecto me permite ir realizando pequeñas evaluaciones sumativas a través de diferentes retos y problemas que les planteo (genially, kahoot, quizziz, jeopardyrocks, estaciones de aprendizaje, paisajes de aprendizaje...).

Además, trabajo con estructuras cooperativas. Este aspecto me suele costar al principio, sobre todo con cursos inferiores y con alumnos que nunca han trabajado de esta manera y tienden a copiarse o discutir. Sin embargo, la satisfacción y el verles trabajar codo con codo cuando le pillan el funcionamiento es realmente reconfortante.

Desde aquí animo a cualquier profe que nunca haya trabajado de eta manera a que lo intente y a que no se rinda, realmente merece la pena.


Siguiendo con la línea anterior, cada grupo tiene su propio emblema y nombre y cada integrante del grupo elige un rol a desempeñar. Cuando está conformado el grupo les entrego un diario cooperativo en el que recogen lo que van haciendo en clase y cómo están trabajando, si surgen conflictos, cómo los han resuelto, cómo se han encontrado hoy... cualquier aspecto que les parezca interesante incluir. Al final de cada trimestre el grupo realiza una coevaluación de su funcionamiento a través de unas rúbricas en la que marcan si han cumplido sus roles, si han alcanzado los objetivos comunes que se han propuesto, una evaluación de los compromisos individuales y una autocoevaluación de cada integrante. Al final escriben qué puntos fuertes tienen como grupo y qué aspectos pueden mejorar de cara al trimestre siguiente..


Pero ¡esto no es todo! Al final del trimestre realizo una evaluación de mi práctica docente y me gusta darles a mis peques cierta autonomía, peso y responsabilidad, por eso les pido que sean sinceros y me evalúen a mí, para saber mis puntos fuertes y en qué cosas debería mejorar para hacer mis clases mucho mejores.


Finalmente, llevo a cabo una evaluación del proyecto gamificado que se divide en tres rúbricas: una que la relleno yo, otra que la rellenas los alumnos y otra que lo hacen las familias, de esta manera el círculo vuelve a cerrarse y recopilo la información suficiente para saber si el proyecto ha sido de su interés, si ha sido un éxito o si tiene cosas que son mejorables para futuros cursos.


Como he dicho anteriormente, la evaluación que se lleva a cabo a nivel de centro (evaluación final) nunca la he llevado a cabo por lo que no puedo dar mi opinión. Lo que sí considero es que debemos darle una gran importancia y pensarla muy bien para evaluar realmente todos los aspectos posibles en todos los alumnos.

Recordemos que no todos los alumnos aprenden de la misma manera, por lo uqe tampoco se les debe evaluar igual. Será nuestra misión pensar en qué herramientas son más útiles para qué alumnos y en qué momento determinado.


Finalmente, y esto ya es reflexión personal, no me gusta nada darle mucho peso a las pruebas escritas y menos en cursos inferiores. Como decía el autor estadounidense Robert Collier: "El éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se hacen día a día", por lo que una nota no debe regirse por lo que un alumno hace un día determinado.


Por otro lado, considero que poner notas solo encasilla a los alumnos, si tienes un 9 eres listo y si sacas un 5 eres menos listo, pero ¿qué diferencia hay en cuanto a la adquisición de conocimiento entre un 4 o un 5?

Deberíamos de especificar si un alumno ha adquirido un estándar o no y no encasillar a los alumnos en función de la nota que han obtenido en un ejercicio que pueden haber hecho un día que se han levantado enfermos o menos inspirados o simplemente el tema no se lo hemos presentado de la mejor manera y no hemos despertado su curiosidad de aprender.


Como os digo esto es una valoración personal y no abre ni cierra las puertas a ninguna valoración ni comentario adicional, cada cual tiene su manera de enseñar y, por lo tanto, también de evaluar que no es ni mejor ni peor.


¡Gracias por leerme y espero que tengáis un buen final de curso!






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